la rebelión
de abril
En 2018 el régimen sandinista de Daniel Ortega, reprimió brutalmente las protestas pacíficas más grandes en la historia de Nicaragua, conocidas como la Rebelión de abril, en la que la población demandaba un cese al autoritarismo y el establecimiento de elecciones transparentes.
La represión desató la peor crisis humanitaria desde la guerra sandinista-contra en los años 80s. Dejando un legado de 356 muertos, la mayoría a manos de policías y paramilitares bajo el control de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo. Las muertes fueron ampliamente documentadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, Amnistía Internacional, la ONU entre otros. Sin embargo permanecen en total impunidad.
Desde entonces el gobierno implementó un plan para encarcelar a cualquier líder social, defensor de derechos humanos o protestante con el fin de eliminar de raíz cualquier expresión de disidencia, bajo el argumento que las manifestaciones habían sido parte de un golpe de estado para desestabilizar el país.
En un último intento por restaurar el orden democrático, y después de varios diálogos fallidos con el gobierno, los partidos de la oposición hicieron un llamado masivo a participar en las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2021. Donde varios candidatos, incluyendo Felix Maradiaga, director de un reconocido Think Tank y defensor de derechos humanos, esperaban convertirse en candidatos contra Ortega y zanjar la crisis por medio de un proceso electoral.
Sin embargo a partir de mayo de 2021, el gobierno de Ortega desató una nueva ola de arrestos, encarcelando a decenas de periodistas, empresarios, estudiantes, campesinos, defensores de derechos humanos, y 7 candidatos a la presidencia, poniendo fin a cualquier intento de una salida electoral.
La esposa de Felix, Berta Valle, una reconocida comunicadora, presentadora de televisión y activista, comienza el tortuoso camino para lograr su liberación, y junto a decenas de familias, la liberación de cientos de presos políticos que sufren aislamiento total y tortura desde la cárcel.
A raíz de esta crisis, cientos de miles de nicaragüenses han abandonado el país y se encuentran exiliados, refugiados y/o apátridas en distintas partes del mundo.